¡Runnin' through hell, heaven can wait!

viernes, 18 de mayo de 2012

Respirando más que aire




Podrá ser el lugar más emblemático que tenga una universidad, por algo está ubicada en todo el centro de esta para sobresalir entre los demás espacios. Sus escaleras pueden ser largas y extensas, pero al pasarlas se siente un aire diferente -no solo el aire acondicionado- que te conecta a un mundo de aprendizaje. La Biblioteca Luis Echavarría Villegas es el lugar perfecto para los maestros y alumnos entregados a la lectura. Allí, entre sus tres pisos volcados de información e investigación nacen historias desde todos los puntos del planeta; desde Rafael Pombo hasta Cálculo III.

Quizás se haya distanciado un poco últimamente en los intereses de los estudiantes, pero una biblioteca siempre será la plaza central para embarcarse en un mundo de conocimiento. Entre sus tantos salones cubiertos por largas alfombras grises podremos encontrar la diversidad del lenguaje en su mayor expresión. Es el espacio propicio para sumergirse en el mundo creado por un autor, que al igual que sus lectores, ve en un libro una demostración de sentimientos y emociones que ninguna otra cosa puede igualar.



No solo encontraremos libros, revistas, ensayos con fines recreativos y culturales. En sus cientas de mesas visualizaremos a los estudiantes preparando sus trabajos con fines académicos. Además, cuenta con un sitio privilegiado y exclusivo para ver las mejores películas en los mejores sillones. Se siente la cultura en cada paso que se da dentro de la biblioteca. Ubicarse es sencillo, pues es el patrimonio de la Universidad EAFIT y es visible para cualquier persona interesada en conocer. Aún, cuando su entrada está bordeada de un pasillo inmenso y viable para todos los transeúntes, ¿el motivo? Enaltecer este circuito educativo.

Quizás el silencio pueda parecer molesto para ciertos visitante; lo es si tu interés no es el propicio para este espacio. Aquí se respira algo diferente a cualquier otro lugar en la universidad, se siente un aire más limpio y cautivante. Los libros, así sean viejos, inyectan una visión de tranquilidad a todos sus anfitriones. Si eres estudiante de EAFIT, y no visitas semanalmente -como mínimo- este templo de información: ¿qué estás esperando?

martes, 15 de mayo de 2012

Visitando recuerdos




Entre la contaminada, acelerada y ruidosa esfera que contiene Medellín, ciudad de la eterna primavera, en en el centro de la ciudad encontramos un espacio que se distancia de estos tres adjetivos y aún así, es el lugar menos deseado por los miles de transeúntes que diariamente bordean el sector para llegar a sus respectivos trabajos.

En sus alrededores se respira vida: flores, girasoles y rosas muy diversas. Estas, esperan ser adquiridas por caras amargas y en ocasiones, por ojos hinchados de dolor. Lo doloroso es el medio y el fin al que llegarán estas plantas, que saturan colores y olores, pero que su destinatario no tendrá la posibilidad de apreciar.

Para llegar allí solo debemos ubicarnos entre la estación Hospital y Universidad del Metro de Medellín. Sonará paradójico que un lugar donde se encuentra la perplejidad de la muerte esté ubicada en medio de sinónimos de educación y vida. Por encima del cementerio de San Pedro circulan a diario miles de estudiantes con deseos y sueños que algún día acabarán en un espacio reducido y rodeado de miles de desconocidos.

Al entrar por esa ancha entrada, luego de superar los vendedores de flores que intentan a todo pulmón convencer y aprovechar la situación emocional del visitante, encarnaremos un espacio con silencios llenos de respeto y dolor en todos sus rincones. Al consumar todo prejuicio y empezar el recorrido encontraremos tumbas tan antiguas como la misma ciudad. En sus bordes están los nombres de esas personas que vivieron en una ciudad menos atareada, más conservadora y con un espacio territorial mucho más reducido.

Las familias con mayor poder adquisitivo se llevan todas las miradas gracias a sus vistosas, aglomeradas y exuberantes lechos de muerte. Un final irónico, a fin de cuentas podrá ser más costoso un pedazo de tierra que otro pero ya ahí no importa: todos comparten la misma suerte. El sitio respira recuerdos, parece una esfera que es observada por una mirada panóptica de su iglesia, tan blanca como la espada dibujada cerca a los restos del gran Pedro Justo Berrío.

En sus bordes se sitúan lo que queda de miles de antioqueños que no tuvieron el mismo poder económico -o quizás fue solo deseo- que los ubicados alrededor en el centro del cementerio, forzados por grandes columnas parecidas a las de la Antigua Roma y que se diferencian de manera estética a las ubicadas en todo su frente, pero a fin de cuentas ¿para qué hacerlo?




Llegan cientos de personas con un dolor visible en sus rostros, con un sentimiento que atraganta las palabras y con miles de recuerdos que ya saben diferente. Se postran de rodillas y le hablan a una pared mientras colocan esas flores, ahora no con tanta vida, entre cualquier hueco que se abra en el pequeño espacio que le corresponde a cada inquilino.

Las tumbas más grandes, que contienen familias enteras, son acompañadas por santos y figuras católicas para avivar y darle un poco de concepto a lo que se “vive” allí: desde el cuerpo moribundo de Jesús hasta la virgen postrada orando. Todo aquello contextualiza y le da cierto color, así sea gris, a un espacio donde la muerte es el actor principal. Su vegetación intermitente y dispersa le da una mirada más humana y menos terrorífica en todo el sector; sus caminos denotan la antigüedad que contiene el lugar pero que de igual forma lo caracteriza y le da ese toque único.

Los recuerdos inundan cada esquina del cementerio, y además museo, de San Pedro. Son miles las historias que se podrían escuchar cada día entre sus atormentados visitantes, son cargas que posiblemente nunca se superen y estar ahí es una manera de lidiar con la realidad. Los visitantes saben que en un futuro ellos serán los visitados y que sus lágrimas las derramará otro; el correr de la vida es así. Así su arquitectura sea agradable lo ideal para cualquier antioqueño sería no visitar este lugar nunca, pero tarde o temprano -sea allí o en otro- todos correremos la misma suerte.


Utopías sin vías


“Seremos capaces de vivir cada día como si fuera el primero y cada noche como si fuera la última” (El derecho del delirio, Eduardo Galeano).




El planeta Tierra se caracteriza por la diversidad de culturas, pensamientos y principios. Entre la cosmovisión podemos encontrar una diferenciación entre todo tipo de humanos desde sus principios hasta sus gustos. Aún así, hay algo que nos une a todos desde siglos, una pregunta sin respuesta: ¿para qué hemos venido a este mundo? Grandes filósofos y pensadores han buscado una aclaración sin llegar a una conclusión válida, lo cual rectifica su complejidad.

La religión católica nos declara que todos venimos a este mundo a cumplir un propósito: así pierdas tu familia en un accidente, nazcas con una discapacidad cerebral o hayas asesinado a cientos de personas, tienes un propósito en la vida. ¿Suena muy lógico, cierto? Si venimos por un propósito debemos también tener un sueño. Un ser humano compone sus sueños con frecuencia en su etapa de crecimiento, en ella, y gracias a los medios, las masas, los estereotipos y convenciones sociales fomentan una especie de deseos a cumplir en un determinado tiempo para así llegar a la felicidad y, con ello, cumplir un propósito en la vida.

El sentido de la vida seguirá siendo un incógnito por muchos años más. Sin embargo, hay escritores y artistas que se han dado la tarea de recrear un mundo mejor para todos, una comunión donde los sueños sean logrados por todos los que lo deseen: una utopía. Artistas como Jhon Lennon en su canción Imagine o Queen en Who wants to live forever han hecho soñar a miles de personas con un mundo ideal según lo que es considerado propicio para todos lo que deseen estar ahí. En contraparte, Danny Boile, director escocese, en su grandiosa película Trainspotting nos da una mirada más cruda de lo absurdo de buscar un sueño proveniente de lo que es bien o mal para la sociedad. David Fichtner en el Club de pelea se encarga de criticar el actual accionar de los seres humanos.

En la literatura, donde haremos más énfasis, encontramos a un gran escritor latinoamericano como Eduardo Galeano. Él, en su libro El derecho al delirio marca una línea clara en lo que es su utopía, su mundo imposible; pero mundo al fin y al cabo. El creador de Las venas abiertas de América Latina y Memorias de fuego entre otras obras literarias, siendo estas dos sus más conocidas, recrea un mundo a partir de sus sueños más deseados. 

Todos los humanos constantemente accionamos con el deseo de una recompensa a futuro, y nuestros sueños cambian y se transforman cada día. Para los que no conocemos la obra de El derecho al delirio podemos disfrutar un fragmento relatado por el mismo Eduardo Galeano en el programa “Singulars” del canal español TV3. “El televisor dejará de ser el integrante más importante de la familia” es un ejemplo de la narrativa usada por el uruguayo; allí menciona aspectos muy variados: desde lo absurdo de los pequeños placeres de la vida hasta crítica el ejercer de los gobiernos actuales. 

La idea que describe Eduardo Galeano es muy clara. No es un autor que se dedique a la falsa literatura como lo es la del crecimiento personal: no quiere hacerle creer a sus lectores que si luchan por sus sueños algún día se van a cumplir. Por eso se denota de manera clara que es solo una utopía. 

Hay una gran diferencia entre soñar por algo que desea cumplir y por el cual está en continua búsqueda o un sueño utópico que solo sirve para recrear y pensar en un futuro con base en lo ideal, pero conscientes de que no será posible. La primera genera frustración e impotencia cuando la meta no se cumple: algo muy común en los humanos. La esperanza que genera un sueño muchas veces se derrumba y con ella llegan consecuencias negativas en el choque con la realidad.

Pero no todo es tan perfecto en el momento de describir un sueño. Por ejemplo, y retomando, Trainspotting maneja una crítica a la búsqueda humana de sueños a lo largo de la vida: “Elige la vida, elige un empleo, elige una carrera, elige una familia, elige un televisor grande…  elige tu futuro, elige la vida. Pero, ¿por qué iba yo a querer hacer algo así? Yo elegí no elegir la vida, yo elegí otra cosa. ¿Y las razones?, ¡no hay razones!” Este pequeño fragmento es el inicio de la película escocesa. En el desarrollo critica el estilo de vida de las personas al buscar algo que la televisión nos muestra; los sueños dejan de ser internos y pasan a ser una convención grupal.




La complejidad de la pregunta del para qué venimos a este mundo ha generado diversos puntos de vista, unos más optimistas que otros. Eduardo Galeano sorprende con un discurso categórico y con un toque personal muy notorio. Refleja en sus labios –la entrevista en TV3- un dolor a lo que menciona. Él más que nadie sabe la profundidad de cada frase; está cansado de este mundo tan injusto y su desahogo es plasmado en unas hojas.

"Seremos imperfectos, porque la perfección seguirá siendo el aburrido privilegio de los dioses". En estos cinco minutos donde expone ese fragmento encontramos frases  muy delineadas y hasta con una necesidad de percepción más alta a una común. Son tan sabias estas palabras que el mismo Eduardo Galeano las escribió con la condición de que no pasaran de una utopía; son palabras que en su unión parecen ser de un mundo imaginario y al mismo tiempo nos pone los pies en la tierra.

Qué bueno sería caracterizar los sueños sin esperar nada de ellos; qué bueno sería formarnos con base en lo que soñamos y no a lo estigmatizado por la sociedad. La búsqueda de un sentido a la vida es algo desprolijo; la búsqueda de encontrarse consigo mismo no lo es. Sería mejor si todos se encontraran antes de encontrar a la televisión o a una moda: los sueños los pone cada uno, no una sociedad. Eduardo Galeano crea una obra maestra y deja mucho que analizar. Una utopía que no pasa de ahí; está estancada y por eso es más valiosa.
El sueño en los seres humanos es muy importante, pero no lo es todo: depender de ellos causa grandes fracasos. Quizás esto último parezca muy ambiguo -es muy cierto-, pero, ¿acaso el sentido de la vida no lo es?

Bailemos cultura



Medellín: ciudad rodeada de montañas rellenas de historias; un territorio que se transforma día a día a las exigentes necesidades de todos sus ciudadanos. Palabras generales para definir un pueblo categórico que ha logrado superar épocas de sangre y dolor. Aún así no todo es fácil ni tan bello como un adjetivo para describir: las marcas de desigualdad están vigentes en cada esquina de la ciudad. Incluso, si nos dirigimos al centro de Medellín veremos una cara completamente distinta a la mencionada en el primer párrafo: los hombres cargan en sus carrozas todo tipo de frustraciones; las mujeres arrullan sueños sin cumplir por decisiones incorrectas y los ancianos en sus arrugas muestran un pasado muy distinto a lo que viven ahora. 

La brecha existente en Medellín es tan grande como sus edificios. Sin embargo, lo económico debe ser irrelevante al lado de lo social: una civilización se mide por el tamaño de su cultura. La ciudad es cada vez más dependiente de la actitud y gustos de sus jóvenes, por eso no es extraño vislumbrar fiestas de reggaetón por doquier; peleas entre barras de los equipos de sus amores; la sobrevalorada comunicación gracias a un celular con teclado y por consiguiente la poca interacción física entre los ciudadanos. Por eso, se dificulta encontrar espacios que perduren a los años, a las circunstancias y  las modas, que hoy en día, no duran más que su publicidad.

Entre tanto desasosiego e inequidad a la vista de cualquier curioso encontramos un espacio donde estar aburrido no es válido. Con un movimiento en la dirección a las manillas del reloj se prende una radio de más de 40 años; es suficiente para transformar la tristeza en alegría y la monotonía en cultura.

Conocidas como la capital del tango en Colombia, y con razones: Carlos Gardel, el más grande exponente de este género, que vivió gran parte de su vida en nuestra ciudad, donde moriría en un accidente de tránsito. Además, hemos albergado festivales de esta música argentina que nos acredita merecedores de semejante reconocimiento. 

En 1957, cuando el tango era tan escuchado como lo es ahora Daddy Yankee, el “patrón” Gustavo Arteaga se encomendó en llenar de cultura, música y sentimiento un inhóspito lote ubicado a una cuadra de donde queda ahora la estación San Antonio del Metro. Nunca pensaría que ese sueño de joven 55 años después estaría tan vigente como lo fue en ese momento. Se sube el volumen a los parlantes; suena Cicatrices de Juan Pulido; los ancianos corean a son de marineros cada frase; los jóvenes, que no son pocos, se deslumbran ante las imágenes que llenan con sus particulares historias cada rincón del lugar; las meseras se mueven de manera ágil para agilizar el trabajo. Todos sonríen.

El contraste situacional que rodea al Salón Málaga parece de otro lugar, o para ser más coherentes, el Salón Málaga parece de otro lugar; otro país, otro momento. Al subir los dos escalones y sentir las frías baldosas sucede algo que te lleva a otra época. Si eres joven, sentirás un pasado que existió y al cual te sientes invitado. No solo la música, sino los personajes ahí sentados, y todos esos materiales coloquiales que han perdurado y contienen las más maravillosas historias.

Suenan los tacones, la gente aplaude y el baile no se hace esperar. El tango, ese sonido tan armónico, aún está vigente así sea entre pocos. Los ancianos allí presentes no van solo por la música: van por el espacio, por esos pequeños metros cuadrados que tantos recuerdos les traen. Ellos saben que no volverán a vivir esa época dorada, sus años de juventud alrededor de los 50, pero queman sus últimos cartuchos con una sonrisa sincera y muy expresiva. Los jóvenes, aquellos inquietos por conocer lo tan conocido por muchos pero desaprovechado por otros (la gran mayoría), disfrutan y aprenden de la cultura real de su ciudad natal, y por qué no, conocen el Medellín que no les tocó vivir.

El Salón Málaga posiblemente sea uno de los lugares más emblemáticos de la región gracias a que ha perdurado. Pero no siempre fueron momentos felices para los arquitectos de este sueño de muchos. La ciudad vivió tiempos difíciles, aunque todavía los hay, donde todo parecía llegar a su fin; y aún así lograron soportar fuertes tormentas para consagrarse como lo que son hoy. 

En una ciudad con el lema “Lo viejo no sirve” es difícil legitimar la palabra “cultura”. La era de cambios está tomando poder, para ello, lo nunca antes visto es más relevante. Una población con las características como lo es Antioquia, debe guardar y cuidar todo lo que sirvió a construir lo que es ahora. Qué lindo es encontrarle una historia a una simple canción, a una mal tomada fotografía, qué felicidad aprender de alguien que se enorgullece de sus gustos y sus vivencias. El afán de aceptación nos crea un maquillaje que nos hace olvidar de dónde venimos; la cultura es el corazón de un pueblo y este pueblo rodeado de montañas sí que tiene de ello.

Espacios como este perdurarán, eso es seguro. Su estilo es único, su belleza también. No se necesita ser amante al tango ni a la poesía, ni siquiera a Medellín, para maravillarse entre esas paredes que te hablan y te invitan a quedarte. El “patrón” está envejeciendo, él más que nadie lo sabe y aún así sonríe como el primer día de trabajo: sabe que ha dejado un legado para toda la vida y un regalo a la ciudad.

El tiempo no para, los jóvenes envejecerán y qué puede ser más bonito que encontrar esos espacios en donde se formaron y vivieron todo lo que en algún momento los hizo felices. Así la ciudad se transforme de manera constante y cada vez con más rapidez son muchas las historias que no deben ser olvidadas tan solo por haber pertenecido en algún momento a este espacio, como lo somos nosotros ahora. Cultura es más que un gusto colectivo, es una apreciación de belleza y apropiación de los que nos pertenece; en cada rincón de ella está reflejado lo que somos, y eso es lo que a fin de cuentas vale y nos diferencia de los demás.

El guasón: el villano del éxito


Todos los amantes del cine que vimos, disfrutamos y nos emocionamos con la segunda entrega de Batman: el caballero de la noche (The Dark Knight), película dirigida por el talentoso y prestigioso Christopher Nolan, somos conscientes de que parte de ese éxito rotundo se concentró en la actuación del actor australiano Heath Ledger como el Guasón (Joker).
La segunda parte de la historia de uno de los héroes más conocidos a nivel mundial rompió records por montones. Alcanzó a ser la décima película más taquillera de la historia del cine mundial, recaudando más de 1000 millones de dólares. Basada en uno de los personajes de DC Comics, continúa con la historia Batman Begins estrenada en 2005, dirigida también por Nolan. A diferencia de la primera entrega, el papel del Guasón como el enemigo inminente causaría mayor apego por parte de los espectadores. Heath Ledger realizaría un papel perfecto, como pocas veces se ha visto en el cine. La caracterización de este enemigo se le debe atribuir en parte al excelente guion hecho por Nolan, pero Ledger se encargaría de dar el salto para encantar, enamorar y emocionar con su singular aspecto e idiosincrasia encarnada en el personaje de la boca rota.
La película tuvo su estreno oficial el 14 de julio de 2008. Ya en su primer fin de semana de estreno la película rompió varios récords de taquilla: el primero fue el de la función de medianoche, galardón en posesión de Star Wars episodio III: La venganza de los Sith superado con 18,5 millones de dólares por parte de Batman; su segunda marca fue el del primer día de apertura, ostentado hasta entonces por Spiderman 3 con 59,8 millones de dólares, la película de Nolan lo superó adquiriendo ese día 66,4 millones de dólares; el tercero batido es el de película más recaudadora en un fin de semana, obteniendo ganancias de 158,4 millones de dólares y superando de nuevo a Spiderman 3. 
Se preguntará: ¿es tan buena la película para batir y entrar de manera tan convincente en la historia de las mejores del cine? La verdad es que sí. Desde que Christopher Nolan tomó la dirección se auguraba un éxito rotundo. La dirección de sonido y efectos especiales también está al mando de grandes expertos; pero la sorpresa se la llevarían todos con el salto de Ledger por su interpretación de Guasón, su entrega en el papel como villano con problemas psicológicos generó en el espectador una verosimilitud al personaje de las historietas. Su actuación alcanzaría el puesto número tres en el año 
2008 en la lista de los "100 personajes de película más grande de todos los tiempos" por la revista Empire.
Posteriormente rompería el récord a la película que más rápido ha recaudado 200 millones de dólares, conseguidos en solamente cinco días, y pasó los 300 millones en menos de quince días. Además, ya es oficialmente la película de superhéroes más taquillera de Norteamérica al superar los 403,7 millones de 
Spiderman rebasándola con $533 millones de dólares, convirtiéndose ya en la segunda película más taquillera de Norteamérica y recaudando hasta la fecha en el mundo más de $1000 millones de dólares.
De manera lamentable Heath Ledger fallecería meses después de terminada la etapa de grabación a causa de una sobredosis accidental de medicamentos recetados. Se convirtió en el primer actor ganador del premio Oscar en 2008 a título póstumo, el galardón más deseado y prestigioso en el mundo del espectáculo; además ganaría el Globo de Oro en 2009, los dos premios como mejor actor de reparto.
The Dark Knight fue rankeada en el puesto 15 en el año 2008 por la revista Empire, en su lista de las "500 mejores películas de todos los tiempos", basado en los votos ponderados de 10.000 lectores, 150 directores de cine y 50 críticos de cine claves. 
Tanto el papel de Ledger como su sorpresiva muerte encarnan la gruesa historia de Batman que se ha ganado un espacio muy grande ya en la historia del cine. La producción fue perfecta y el resultado así lo demuestra, por algo la tercera parte es la película más esperada de este segundo milenio según la revista Empire y solo falta esperar pocos meses para poder disfrutarla. La producción será de nuevo hecha por Nolan, lo cual es un buen indicio, aunque se extrañará al hombre de la cara pintada que tantos sentimientos despertó con su prodigioso talento, pero aun así las emociones vendrán y de seguro nuevos records se romperán.