17 de octubre
Me distraje en ese preciso momento y no escuché las instrucciones, me sucede a menudo que cuando debo poner atención, otro pensamiento irrumpe en mi cabeza. Ahora no sé si para girar debo utilizar el botón azul o el verde, si deba utilizar la izquierda o la derecha, el camino fácil o el arriesgado. Un sinfín de memorias sin sentido me inundan cada vez que necesito paz para tomar una decisión. ¿Será ella? ¿Será la monotonía de siempre? Lo único cierto es que estoy cansado de lo mismo, no logro unificar mis ideas y suelo irme por caminos inexistentes para compensar la realidad.
Me distraje en ese preciso momento y no escuché las instrucciones, me sucede a menudo que cuando debo poner atención, otro pensamiento irrumpe en mi cabeza. Ahora no sé si para girar debo utilizar el botón azul o el verde, si deba utilizar la izquierda o la derecha, el camino fácil o el arriesgado. Un sinfín de memorias sin sentido me inundan cada vez que necesito paz para tomar una decisión. ¿Será ella? ¿Será la monotonía de siempre? Lo único cierto es que estoy cansado de lo mismo, no logro unificar mis ideas y suelo irme por caminos inexistentes para compensar la realidad.
Las
instrucciones, ahora que ha pasado un tiempo, eran sencillas: hay
mejores cosas. La razón muchas veces contradice su nombre al igual
que el corazón disimula no sentir. Si hubiera prestado atención en
ese momento las cosas serían diferentes: la garganta dejaría soltar
este nudo que me atormenta, mis pulsaciones no se acelerarían con
cada rastro que me recuerda a ella. Si hubiera sido un poco más
meticuloso y menos distraído, la historia sería diferente.
Ya
me decidí, ahora no hay instrucciones que sirvan ni consejos que
valgan, ¿pero qué más puedo hacer? Ya me decidí: la voy a
olvidar. Me decidí. Es muy raro porque como dije al principio no
logro concentrarme en algo, el foco varía todo el tiempo y me voy
por caminos muy distintos a los iniciales. Quizás no logre centrarme
en lo elemental y mucho menos en la frivolidad acostumbrada, pero
esta vez es en serio. Me demoré mucho en tomar esta decisión porque
esperé la reacción divina, pero nunca llegó. Me doy cuenta que la
esperanza es muy poderosa y solo ella puede alimentar los deseos de
alguien así no exista la remota posibilidad: la esperé, pero nunca
vino; la llamé, pero nunca contestó. Por eso hoy, mucho tiempo
después, la voy a olvidar.
Esta
vez es diferente: cuando he tenido que olvidar, ha sido a la fuerza, en
esta ocasión sí lo quiero hacer. Lo quiero hacer porque no guardo
ni un recuerdo que me saque una sonrisa: un abrazo ni una caricia,
nada. Nunca hubo amor, ni nada parecido. No nos debimos conocer, es
así. Pero qué más da, ahora estoy en proceso de dejarla atrás.
Por suerte lo estoy consiguiendo.
3 de febrero
Ahora que la olvidé podré pasar de página. Seré más pertinente en mis decisiones, podré concentrarme en lo elemental: en vivir. Se dice que lo más se extraña es lo que nunca sucede, me pasó, pero por suerte es historia pasada. Prospecté un mundo ideal donde el dolor no existiría, solo ella y yo, nuestros sentimientos abrazados en una unión infinita. No fue así, y la verdad es que duele, o bueno, dolía. Ya ha pasado mucho tiempo y así no parezca, estoy mucho mejor.
Ahora que la olvidé podré pasar de página. Seré más pertinente en mis decisiones, podré concentrarme en lo elemental: en vivir. Se dice que lo más se extraña es lo que nunca sucede, me pasó, pero por suerte es historia pasada. Prospecté un mundo ideal donde el dolor no existiría, solo ella y yo, nuestros sentimientos abrazados en una unión infinita. No fue así, y la verdad es que duele, o bueno, dolía. Ya ha pasado mucho tiempo y así no parezca, estoy mucho mejor.
6 de febrero
Nota:
Vuelvo
a escribir, pero es importante.
Anoche,
caminaba rápido en la ruta a casa. Llovía y el frío me invadía
hasta los huesos. La brisa era más fuerte. Decidí secarme en un
pequeño bar y de paso calmar un poco la ira contra la naturaleza que
tenía en esos momentos. En ese instante, en ese microsegundo, pasó
una sombra. Era peculiar y me fijé mejor, sabía que la había
visto. Miré más detenidamente, y sí, era lo que había temido ver:
ella. Me distraje en ese preciso momento y no escuché las
instrucciones, esas instrucciones que había llevado al pie de la
letra. No había nada que valiera en ese momento: la había
recordado. Volvió, en un encuentro efímero, para estropear mi plan,
para dañar todo.