¡Runnin' through hell, heaven can wait!

viernes, 28 de septiembre de 2012

Circulo vicioso


17 de octubre

Me distraje en ese preciso momento y no escuché las instrucciones, me sucede a menudo que cuando debo poner atención, otro pensamiento irrumpe en mi cabeza. Ahora no sé si para girar debo utilizar el botón azul o el verde, si deba utilizar la izquierda o la derecha, el camino fácil o el arriesgado. Un sinfín de memorias sin sentido me inundan cada vez que necesito paz para tomar una decisión. ¿Será ella? ¿Será la monotonía de siempre? Lo único cierto es que estoy cansado de lo mismo, no logro unificar mis ideas y suelo irme por caminos inexistentes para compensar la realidad.
Las instrucciones, ahora que ha pasado un tiempo, eran sencillas: hay mejores cosas. La razón muchas veces contradice su nombre al igual que el corazón disimula no sentir. Si hubiera prestado atención en ese momento las cosas serían diferentes: la garganta dejaría soltar este nudo que me atormenta, mis pulsaciones no se acelerarían con cada rastro que me recuerda a ella. Si hubiera sido un poco más meticuloso y menos distraído, la historia sería diferente.
Ya me decidí, ahora no hay instrucciones que sirvan ni consejos que valgan, ¿pero qué más puedo hacer? Ya me decidí: la voy a olvidar. Me decidí. Es muy raro porque como dije al principio no logro concentrarme en algo, el foco varía todo el tiempo y me voy por caminos muy distintos a los iniciales. Quizás no logre centrarme en lo elemental y mucho menos en la frivolidad acostumbrada, pero esta vez es en serio. Me demoré mucho en tomar esta decisión porque esperé la reacción divina, pero nunca llegó. Me doy cuenta que la esperanza es muy poderosa y solo ella puede alimentar los deseos de alguien así no exista la remota posibilidad: la esperé, pero nunca vino; la llamé, pero nunca contestó. Por eso hoy, mucho tiempo después, la voy a olvidar.
Esta vez es diferente: cuando he tenido que olvidar, ha sido a la fuerza, en esta ocasión sí lo quiero hacer. Lo quiero hacer porque no guardo ni un recuerdo que me saque una sonrisa: un abrazo ni una caricia, nada. Nunca hubo amor, ni nada parecido. No nos debimos conocer, es así. Pero qué más da, ahora estoy en proceso de dejarla atrás. Por suerte lo estoy consiguiendo.
3 de febrero

Ahora que la olvidé podré pasar de página. Seré más pertinente en mis decisiones, podré concentrarme en lo elemental: en vivir. Se dice que lo más se extraña es lo que nunca sucede, me pasó, pero por suerte es historia pasada. Prospecté un mundo ideal donde el dolor no existiría, solo ella y yo, nuestros sentimientos abrazados en una unión infinita. No fue así, y la verdad es que duele, o bueno, dolía. Ya ha pasado mucho tiempo y así no parezca, estoy mucho mejor.

6 de febrero
Nota:
Vuelvo a escribir, pero es importante.
Anoche, caminaba rápido en la ruta a casa. Llovía y el frío me invadía hasta los huesos. La brisa era más fuerte. Decidí secarme en un pequeño bar y de paso calmar un poco la ira contra la naturaleza que tenía en esos momentos. En ese instante, en ese microsegundo, pasó una sombra. Era peculiar y me fijé mejor, sabía que la había visto. Miré más detenidamente, y sí, era lo que había temido ver: ella. Me distraje en ese preciso momento y no escuché las instrucciones, esas instrucciones que había llevado al pie de la letra. No había nada que valiera en ese momento: la había recordado. Volvió, en un encuentro efímero, para estropear mi plan, para dañar todo.